miércoles, febrero 27, 2013

El descanso del guerrero


¡Qué curiosa magia encierra la literatura, que es capaz de abstraerte, y sustraerte del entorno para transportar tu mente, pero también tu cuerpo, a otros lugares, tan cercanos!

Eso es exactamente lo que me pasó el otro día en Sydney. Me fui a un simpático parquecito, entre la Universidad y el Cervantes, a leerme “Los enamoramientos” de Javier Marías (gracias Poves, Rita, Edu y Colly).

Lo había empezado un par de días antes de venirme a Sydney y no podía dejarlo a medias; es de esas novelas que te atrapan por su hábil uso de la intriga pero principalmente por la interesante visión o visiones sobre el argumento. El libro no os lo recomiendo porque no puedo permitírmelo, cada uno tiene sus gustos y a lo mejor hay quien odia a Thomas Mann por mucho que sea premio Nobel, pero a lo que íbamos:

Estaba en el parque, después de haberme paseado por la Universidad, que es un sitio increíble, muy al estilo de los campus británicos o norteamericanos, y de repente me marché, cerca de la colonia de El Viso, el barrio pijales de Madrid donde transcurre la historia. Y tampoco era El Viso, sino la evocación que de él hace Marías.

Cuando terminé la novela no reconocía los edificios, ni los árboles, ni las gentes. Por un instante me sentí perdido, hasta que pude recapacitar. Ok, ya estoy aquí, ¡qué sensación!

De camino a casa, reflexionaba sobre la importancia de perderse y pensé en lo recomendable que es salir de casa a un lugar distinto, en el que no hayas estado más de 3 veces, a leer un libro. Y pasar al menos una hora con él, quizá terminarlo… Y luego me contáis qué tal la experiencia.

Y por supuesto, seguid leyendo este blog, que eso sí que lo puedo recomendar, porque conozco al administrador y es un tío con estilo y un ingenio poco común, aunque esté un poco desaparecido ;)

jueves, febrero 07, 2013

El dolor de Muelas: Todo es único


Gracias a mis entradas en el blog, he recordado que tenía una gran sección (no es porque fuera mía, sino porque estaba bien como idea) y me gustaría recuperarla con un dolor de muelas que se me ha ocurrido hoy paseando por las playas de Sydney.
Cuando preparaba mi viaje a Australia miraba la temperatura en la ciudad y todo eso para saber qué echar en la maleta y curiosamente esos días fueron los más calurosos de los últimos nosecuántos años, alcanzando el récord de 46 grados de máxima.
Luego llegué y se inundó la costa este como no ocurría desde nisesabe, y venga noticias sobre las lluvias y los salvamentos que contrastaban con las que hacía apenas 7 días mostraban devoradores fuegos que arrasaban los campos australianos.
Y esta anécdota, vinculada a la caprichosa climatología pero extrapolable a cualquier ámbito de la sociedad me ha empujado a la reflexión: estoy harto de que todo sea tan único.
Entendedme, no me molesta que la noticia salga y se le dé cobertura, tampoco voy a ponerme en contra de los medios. Lo que verdaderamente me levanta un agudo dolor de muelas es cómo se presenta la noticia. Los nuevos métodos periodísticos de comunicación en tiempo real no dejan respirar a la noticia y la necesidad de dirigir la atención hace que el lenguaje adorne las conexiones con expresiones del tipo: “estamos viviendo una situación histórica, o única, o fuera de lo común o que no se repetirá en 100 años
Y esto, dicho una vez, choca y llama la atención, como se pretende, pero reiterado hasta la saciedad causa precisamente eso, hartazgo. Entonces, corremos el riesgo de pasar por encima de las noticias diciendo aquello de “bah, no es para tanto, siempre están igual” y perdernos verdaderos momentos históricos precisamente porque esa obsesión posmoderna por la inmediatez y excepcionalidad del presente nos obliga a olvidar lo que ya no es tan presente.
Por ejemplo, que no hace siquiera dos años que nació un movimiento verdaderamenteextraordinario, que esperemos que no sea único ni caiga en el olvido. Y menos aún que sea porque el lenguaje con el que lo presentaron fue el mismo que el de cualquier otra noticia.

domingo, febrero 03, 2013

Fin de la canción

Ya termino con la canción, pero es que he descubierto cómo agregar un vídeo al post y quería probarlo...

“…pero es fantástico, martes y miércoles
Jueves y sábados, lunes y vísperas
Dan espectáculo con el esférico…”


Idéntico a lo autóctono. Como aquí hay nosecuántas horas de diferencia con Estados  Unidos, la final de la Superbowl (sí, ese deporte tan raro que le gusta a los yanquis y que llaman fútbol americano), que se celebra creo la noche del sábado, aquí llega en directo el lunes por la mañana.
Bueno, pues hay un pub, estilo irlandés, en mi calle, que tiene anunciada su apertura a las 7 de la mañana para ver el partido. No seré yo quien incite a nadie, pero si la costumbre es ver el partido con unas cervezas y unas patatas o aceitunas, ¡cómo cuadramos eso con las siete de la mañana!
Evidentemente eso es lo de menos, uno puede ir allí y desayunar un clásico English breakfast (alguna ventaja tendrá ser anglófilo) pero mi duda es mayor. Si el partido es el lunes por la mañana, ¿qué pasa? ¿Lo declaramos fiesta nacional?
Claro que en este caso el esférico no es tal, está un poco abombado, puede que no todo sea tan idéntico…