HE hablado con alguien, importante. No voy a dar detalles porque señalar está feo,
pero sí voy a discutir el argumento porque no me convence.
Dice
alguien: En Australia el trabajo no es un derecho, es un privilegio, lo que
pasa es que con el 5% de paro, pues claro, se está mejor que en España. Y aquí
el inmigrante no tiene ningún tipo de ayuda, y el que llega de España, con esa
mentalidad de que el sistema no funciona y que no debería haber fronteras y…
vamos, solo le faltó decir “perroflauta pulgoso y desafinado”.
También
dice: si eso lo hubiéramos hecho también en España ahora no estaríamos donde
estamos. Quitando la parte humanitaria que por supuesto ahí está y está muy
bien PERO… que si nos ha llevado a la ruina, que si el 30% de paro, que si
papeles para todos, etc.
Y yo
creo que es muy curioso el proceso mental de la gente. O sea, resulta que hay
un agujero en la sanidad pública y es porque atendemos a los inmigrantes sin
papeles. Pero nadie se hace las siguientes preguntas:
¿Es
ese el verdadero motivo?
¿Es
también el único motivo?
Los
inmigrantes sin papeles que atienden en los hospitales ¿viven del aire o
trabajan?
Y si
trabajan pero no tienen papeles, ¿les pagan en negro?, ¿no cotizan?
No
voy a ser yo quien responda porque evidentemente no tengo los datos.
Lo
único que sí puedo decir es que antes de simplificar los efectos de la crisis
así de rápido convendría echarle un vistazo a la burbuja inmobiliaria.
Echándole
un poco de imaginación yo escribiría un relato con este desarrollo (perdón por la parrafada):
En un país
multicolor donde florece la vida y la felicidad de la gente, una serie de
personas se da cuenta de que el negocio inmobiliario es una fuente de dinero
fácil (y se dan cuenta de que es fácil porque la especulación funciona muy bien
en micro y macroniveles). Comienza la construcción a destajo y como da dinero y
hace subir el PIB, los ayuntamientos conceden permisos de obra por doquier
(llevándose su parte). El negociante necesita gente para trabajar, cuanta más,
mejor porque así termina antes y sigue construyendo, pero cada persona cuesta
mucho dinero porque hay que pagar una cosa muy inútil que son los impuestos. Al
negociante le interesa ahorrarse ese pago y al trabajador le interesa ganar
dinero, y como esa cosa tan absurda que son los impuestos no es un dinero que
el currela se queda, pues le parece bien trabajar con un acuerdo paralelo al
contrato de trabajo, que no queda registrado en ningún sitio. Pero, ay, un día
el trabajador se cae en el trabajo y se parte un brazo. Carrera a urgencias,
esto ha pasado en casa, me subí a una silla para coger la caja de la freidora y
me caí. Le curan y ya está, al cabo del tiempo vuelve al trabajo y todo sigue
como estaba. De repente todo falla; las casas no se venden, los negociantes no
pagan, los trabajadores no son atendidos
y en un tardío intento por recaudar, se dan papeles para todos.
Asi
la gente que trabaja en negro a lo mejor se conciencia de que el dinero de los
impuestos también es suyo, los negociantes los dan de alta y la sanidad respira.
Ya, claro, ¿y cuándo el paro es del 30%?
Para
cocer un buen “fregao” basta añadir al relato un poco de contexto de fondo: la concesión de hipotecas de los
bancos y esa ficticia sensación de nuevos ricos que nos entra a todos, los paraísos
fiscales, las subprimes, la corrupción política, la crisis de valores…
Anda, si resulta que el perroflauta que sueña un mundo sin fronteras es una partícula minúscula en el entramado de la crisis. ¡Qué raro! ¿Por qué será entonces que lo culpamos de todo?