martes, junio 02, 2009

Relatos de Abril

La vida del artista


Volaba a toda velocidad. Divisó la zona de aterrizaje, el forraje era espeso pero no tendría problemas, no por algo era el primero de su promoción. Se posó sobre la mullida capa de pelo del brazo del fulano y comenzó a hacer su obra de arte. Le gustaba escribir su inicial a base de picotazos.

A aquellas bestias no les gustaba nada, pero ¿Qué sabrían ellas de arte? Al menos no era como esos mosquitos graffiteros que dibujaban penes o cosas peores.

Un zumbido le avisó que no estaba solo. Otro mosquito sobrevolaba temerariamente la oreja del fulano.

- ¡Mi nombre es Iñigo Montoya!¡Tu mataste a mi padre!¡Preparate a morir!

La gran mole de carne se empezó a mover y una sombra cubrió su cielo. Fue en ese momento donde lo comprendio.

Ningun artista sobrevive a su obra


Víctor M.R Cañamero


El escaparate

Miguel sonreía silenciosamente desde su rincón. Otra chica que se atusaba el pelo frente al escaparate de cristal oscuro y ponía caras raras para sentirse guapa.

Su pasatiempo era acurrucarse en un rincón tras el mostrador y observar a la gente de la calle. “Cuántas cosas raras hacen creyendo que no les veo. ¡pero les veo!” Pensaba Miguel; y sonreía de nuevo. Incluso cuando la tienda cerraba, se aseguraba de dejar vigilando a su amigo Gondra, el dragón de escayola que sujetaba best-sellers, para que nadie se librara de ser visto haciendo cosas estúpidas o guarras: Ahora era un hombre el que se rascaba fuertemente el culo mirando impaciente hacia los lados. “Como siga así se rompe el pantalón” pensó Miguel.

Una voz interrumpió sus pensamientos:

“¡Hijo, sácate el dedo de la nariz que te estoy viendo!”.

“Vaya, no nos libramos ni nosotros”, le dijo en bajito a Gondra

Elena Ruiz

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