martes, septiembre 23, 2008

La Historia: El rey de las Piedras


Era difícil imaginar un lugar mas paradisíaco, grandes troncos de madera salpicaban la playa. A su espalda, una pequeña selva de palmeras le daba sombra y enfrente un océano azul turquesa agitaba incesantemente la arena de la playa.


Un poco de agua de coco se le deslizó entre las comisuras de los labios, se lo limpió con la mano y lanzó una especie de gruñido que denotaba su bienestar.

- Hoy hace un día espléndido ¿No creen Gilberto?

El hombre miró a su lado, donde descansaba una piedra de formas angulosas no más grande que un balón. La piedra, como era evidente, no le contesto, pero él se imaginó que le respondía.


No en vano llevaba allí más de dos años, al principio iba señalando los días haciendo muescas en una palmera, consiguió rellenar dos árboles antes de perder la cuenta y olvidarse del tema del tiempo.


Cuando llegó, Iván no lo había pasado bien, pero desde que las piedras la hablaban la cosa había sido muy diferente. Todo pasó después de su cuarto fracaso en hacerse a la mar en una barca fabricada a base de ramas. Tras volver a la orilla cubierto de algas y medio ahogado se encontró frente a frente con Gilberto, fue en aquel momento cuando escuchó la voz de la piedra, pero no era la única ¡Todas las piedras de la isla le hablaban! Tenía que reconocer que no poseían mucho sentido del humor, pero eran sensibles y obedientes a su manera.


Tras poco tiempo consiguió dar un golpe de estado en la Isla y convertirse en el rey de las piedras, nunca hubo ninguna que se opusiera o quejase, así que se hizo coronar con conchas de mar, algas y una estrella de mar seca. La gran pega que tenían las piedras es que no había ninguna atractiva con la que confraternizar un poco más.


Pese a todo aún recordaba su vida anterior, había sido un administrativo en una gran ciudad, el trabajo no era muy gratificante pero le había servido para sobrevivir. Unos amigos le habían propuesto hacer un viaje en su mes de vacaciones a Oceanía, alquilar un barco y disfrutar del alcohol y las drogas. El sexo lo habían descartado ya que no había mujeres con ellos y era mejor no hacerse ilusiones con lo que iban a encontrar.


Al tercer día de navegación por mar abierto hicieron una fiesta, Iván recordaba haberse bebido hasta el agua de los floreros (y eso que no habían), pero en un momento de la noche todo se hizo negro y al amanecer estaba en aquella isla. No sabía lo que había ocurrido ni que había sido de sus amigos.


Aquella vida parecía cada vez mas lejana, pero no se quejaba ¡Ahora era el rey de las piedras! Y tenía a Gilberto a su lado. Por las mañanas se entretenía haciendo desfiles militares de rocas, las colocaba en fila junto a la playa y se ponía a tatarear una tonadilla militar mientras sujetaba un palo y les saludaba con la misma parsimonia y gracia que el auténtico Juancar.


Había nombrado a Gilberto secretario general, por desgracia, sus programas sociales para aumentar la natalidad de las piedras no habían dado sus frutos, tampoco había avanzado mucho en educación, pues no había conseguido que aprendieran a pescar o a recoger cocos.


Durante un segundo Iván cerró los ojos dejando que la brisa chocara contra su espesa y oscura barba, su cabello, pese a ser largo, no se hubiera movido ni con un viento huracanado, estaba tan sucio que hacía tiempo que se había apelmazado hasta formar una masa uniforme.


De repente la voz de Gilberto hizo que abriera los ojos “-¡Un barco!-“ dijo la piedra. Durante un segundo Iván se levantó como un rayo y observó el horizonte, pero no vio nada, como ya había dicho antes las piedras no tenían mucho humor, pero Gilberto era la excepción y no se cansaba de hacerle la broma del “Barco a la vista”.


Estaba a punto de darse la vuelta cuando vio algo en la lejanía, durante un segundo el corazón le dio un vuelco y se quedó quieto, de nuevo la voz de Gilberto le hizo reaccionar “-¡Rápido, el fuego!-“.


Iván corrió completamente desnudo, con los pies descalzos y encallecidos, subió hasta un montículo de piedra cercano a la playa donde tenía preparado un montón de madera. Cogió dos palos y un buen trozo de pelusa de coco. Comenzó a frotar los palos con fuerza, ahora se alegraba de haber ido a ese curso de los boy scauts para aprender a hacer hogueras sin mechero, en aquellos tiempos se apuntó por una muchacha que estaba de buen ver de la que no consiguió mas que un “antes loca que enrollarme contigo”, pero al menos aprendió a hacer fuego.


Poco a poco el humo fue saliendo, cuando vio que la pelusa comenzaba a arder colocó un poco más encima, ya sólo tenía que ponerlo debajo de las maderas para prendieran, durante un segundo miró a la isla para despedirse. En aquel viaje momentáneo sus ojos repararon en Gilberto y después en todo lo que había conseguido allí. En aquel lugar él era el rey, el amo de su destino y en aquel barco sólo sería Iván, el loco que hablaba con las piedras.


Durante unos segundos dejó que el humo siguiera saliendo hasta que decidió apagarlo. Cuando volvió junto a Gilberto, la piedra le preguntó que había pasado.

- Ese barco no me gustaba, ya cogeré el siguiente.

6 comentarios:

ana ca_sa dijo...

Me gusta la historia pero es triste. En ella veo una crítica a la monarquía ¿que raro, no?. Es rey por un golpe de Estado pero tambien podría serlo por 'derecho propio' o nombrado a dedo (su dedo). Y será rey vitalicio porque sus súbditos, las piedras, sin cerebro, sin iniciativa, jamás van a rebelarse. Él los manejará a su antojo.
Por otra parte es la historia de un joven cuya vida debía de estar tan absolutamente vacía que a la hora de decidir entre integrarse a la sociedad aceptando el reto de la vida, con sus éxitos y fracasos, y quedarse solo siendo el rey de NADA, le puede la cobardía y decide seguir en soledad (en realidad siempre estuvo solo). La responsabilidad la afrontará otro día, de momento decide quedarse en su mundo imaginario.
Mi conclusión: HAY QUE AYUDAR A IVÁN.

Victor dijo...

Bueno, creo que se puede sacar otra conclusión distinta, Iván no necesita ayuda. No quiere volver a una vida de momento porque no le ofrece nada, el tiene la capacidad de elegir y de momento prefiere quedarse con su locura.

Lo bueno de estas historias es que pueden tener muchas interpretaciones, y todas pueden ser buenas

Anónimo dijo...

Me ha gustado la historia con ese punto irónico que le das...
Aunque bien es verdad que puede resultar un poco triste desde el punto de vista que comenta Ana: chico con vida vacía que se niega a afrontar su vida para integrarse en la sociedad... también es un poco drástico decir: "Hay que ayudar a Ivan", es decir... ¿nos hemos planteado si quera por qué Iván ha tomado esa decisión? ¿le hemos preguntado las razones por las que no quiere volver?... Porque muchas veces pretendemos que la gente viva, actúe o piense del modo que está preestablecido en la sociedad porque eso es "lo correcto" y todo lo que se salga de esos cánones "es raro o tiene algún problema"... A lo mejor no tiene ningún problema... a lo mejor se siente mucho mejor en la isla que lo que sentía en la ciudad rodeado de gente... No sé... es otro punto de vista ^^

_maría_ (no me deja identificarmeee :(

Anónimo dijo...

Con la opinión del propio autor de por medio está clarísimo que Iván piensa que no necesita ayuda. Por mi parte "Yo intentaría ayudar a Iván". Entendiendo por ayudar 'Estar ahí', a su alcance, para que cuando Iván (además de fantasear, inventar, hablar con las piedras o con él mismo) quiera hablar con un amigo me tenga allí.
Es que yo en ese cuento no he visto a un hombre que fantasee un rato para evadirse de lo cotidiano cosa que creo super saludable. Ese hombre lleva allí dos años y ya enloquece. Su trabajo de contable no era gratificante y no había tenido éxito con las mujeres. El dinero que ganaba le permitía salir con los amigos, viajar y le daba eventualmente para alcohol y drogas.
¿Qué es lo que NO QUERÍA?:
¿Volver al trabajo de contable? No es el único trabajo en el mundo.
¿Volver a estar con sus amigos? No muy buenos amigos serían.
¿Volver a fracasar en el plano afectivo? Aunque sea un tópico, el amor llega cuando menos te lo esperas, pero hay que estar en el momento (real) y el lugar (real) adecuados. Encerrado en un mundo imaginario no se consigue nada.
En el cuento dice, además, que Iván tenía preparadas las maderas y que va ‘corriendo, descalzo, a enceder el fuego’ para hacer las señales de socorro. Quiere volver, pero no se siente con fuerzas aún, porque sabe que si vuelve, para ser feliz tiene que rehacer su vida, sabe que no quiere volver a la vida de antes. Porque para volver a esa vida mejor se queda con su mundo inventado.
Ya sé que es presuntuoso disentir de la opinión del autor, pero yo disiento. Pienso que, no sólo Iván, todos necesitamos amistad y amor, y en cuanto a que Iván prefiere quedarse con su locura porque la vida ‘no le ofrece NADA’ pues lo que demuestra es que Iván sí que necesita ayuda, necesita aprender que la vida te lo ofrece TODO y que siempre se está a tiempo de cambiar y elegir aquello que crees que te hará más feliz.

La opinión de anónimo es interesante. Hay personas que no se adaptan a un mundo que parece de robots o muñecos,manejados por hilos invisibles, y que por ello son vistas como bichos raros. Pero esas personas siempre encontrarán, si quieren, quien tenga ideas afines, quien les ofrezca y a quien ofrecer amistad y amor; tampoco para ellas creo que lo mejor sea el aislamiento continuado y más cuando esas personas no sólo no son bichos raros sino que, seguramente, son la esperanza de renovación que tenga la sociedad.

De todas maneras, respeto a Iván y espero que algún día, cuando tenga un poco más claro la clase de vida que quiere, se lance a ella con ganas y optimismo y dirija su vida con la misma alegría, disposición y sentido del humor con los que dirige a las piedras en su mundo imaginario. (A ver si le encuentro en una historia futura...)

Perdón por la extensión.

Anónimo dijo...

Veo en el comportamiento del naufrago, en el día a día de su quehacer en la isla, como la debía tener en la sociedad donde vivía.
Al principio intentó por todos los medios salir de la isla, como seguro esta persona intentaría en tener una vida que le ilusionase cons su familia, amigos..
Después de muchos fracasos se rindió, como seguro le ocurrió en su vida de contable.
Su locura en la isla, es la reacción a lo que no pudo obtener en la vida real, liderazgo, atención, carisma.
Por eso se nombra rey de las piedras.
A ellas las pone a desfilar, como le habían puesto a él. Ahora es él quien da órdenes, en vez de tener que estar recibiéndolas...
En fin. Siempre le queda la llamita de la autoestima. Casi prende la hoguera. En esta ocasión no ha podido con sus miedos, pero la próxima vez ya veremos.
Gracias por tu historia.

Victor dijo...

Buenas, muchas gracias a los últimos comentarios anonimos, me habeis dejado impresionado.

La verdad que cuando escribes una historia, la haces siguiendo unas pautas que tu razón impone.

Una vez escrita, cobra vida y no hay una única interpretación verdadera ni absoluta de la obra, sino que hay muchas y todas validas.

Una vez mas Muchas gracias