martes, septiembre 30, 2008

La Historia: No toques el botón




Entró en la casa y se dirigió directamente a la cocina dejando las bolsas de la compra en la encimera. Se quitó la chaqueta y entró en el salón. Como de costumbre su abuela Isabel estaba sentada en la mecedora, hablando sola mientras una melodía que parecía sacada de los años veinte inundaba la estancia. Le dio dos Besos y se sentó en una silla junto a ella.

- Hola abuela ¿Con quién estabas hablando hoy?
- ¡Hola Andrés, hijo! Hablaba con tu abuelo, me dijo que vendrías.
- ¿Enserio? ¿No será que todos los jueves vengo a verte?

Hacia un par de años que Isabel había comenzado a hablar sola, unas veces era con su difunto marido, otras con aquel hijo que murió de cáncer, otras con las hermanas que había visto enterrar. Andrés pensaba que eran los achaques de la edad, pero por lo demás Isabel estaba perfectamente, no tenía problemas de salud y aún era capaz de valerse por si sola en muchas cosas. Andrés le llevaba la comida a casa una vez a la semana y le hacía compañía hasta que llegaba su madre.

- Ahora se lo digo Felipe, no seas impaciente.- Su abuela habló hacia su izquierda, donde no había nadie.
- ¿Felipe?
- Si, tu abuelo, quiere que te advierta de una cosa.
- ¿El abuelo Felipe? Sabes que lleva diez años muerto abuela.
- Ya lo sé, no soy tonta. Tu abuelo dice que debes tener cuidado con el botón, es mejor que no lo toques.
- ¿Botón? ¿Qué botón?
- Eso no te lo puede decir, será mejor que estos días tengas cuidado con el botón.

Andrés la sonrió y asintió para que así su abuela se quedara contenta. Hablaron un rato más sobre lo que a todas las abuelas les interesa; si ya tenía novia, de cómo le iba el trabajo, de sus hermanos. Finalmente su madre llamó a la puerta, Andrés se despidió con un beso cariñoso de Isabel.

- ¡Hasta el sábado!- Le dijo Isabel.
- ¿Sábado? Hasta el Jueves abuela, es el Jueves cuando vengo a verte.

Salió de casa y cogió el coche, encendió el motor y fue a poner la radio, durante un segundo, antes de pulsar el botón, recordó lo que le había dicho su abuela “No toques el botón” no pudo evitar sonreír. Finalmente lo encendió y la música le amenizó el viaje.

Mas tarde, cuando llegó a casa, su móvil comenzó a sonar. Una vez más recordó lo que le había dicho Isabel ¿Por qué seguía teniendo en la cabeza aquellas palabras provenientes de la locura? Pulsó el botón de descolgar y se puso el móvil en la oreja. Era Teresa, una antigua compañera del trabajo, desde que se fue habían mantenido el contacto y el viernes iban a quedar de nuevo “Esta vez seguro que cae” se decía a si mismo.

Se preparó la cena en el microondas, se tumbó en el sillón de su apartamento y puso la tele dispuesto a dormirse al dulce son de la programación nocturna. Se despertó aún de madrugada en el sillón, trató de retomar el sueño en la cama, pero fue incapaz, se levantó y fue al baño. Antes de pulsar el botón del interruptor volvió a pensar en la extraña premonición ¿Es que ni con el cerebro a medio funcionar iba a olvidarlo? Era increíble como a veces las tonterías te rondaban la cabeza una y otra vez pese a no tener razón de ser.

Encendió la luz y se dio una ducha, salió a trabajar pronto. Llegó el primero, se puso un café y comenzó a teclear todos y cada uno de los botones de su teclado, introduciendo datos de seguros en el ordenador. Estaba claro que su abuela solo chocheaba.

Al volver a casa se preparó para la cita, un poco de gomina, la colonia justa, y una bonita rosa. Teresa y el fueron a un pequeño restaurante italiano, bastante familiar y con opera de fondo. Comieron, rieron, hablaron, bebieron y se miraron a los ojos una y cien veces. Andrés le acompañó a casa ya de madrugada, cuando el local tuvo que cerrar. Se montaron en el ascensor pero antes de apretar el botón de la séptima planta Andrés se lo pensó.

- ¿Pasa algo?- Dijo Teresa.
- No Nada.

Andrés pulsó el botón y el ascensor comenzó a subir, cuando llegaron a la planta recorrieron el pasillo hasta pararse en la puerta del apartamento de Teresa. Andrés se acercó más a ella y le miró a los ojos mientras rozaba con la mano los cabellos castaños de su acompañante. La besó y ella le respondió con otro.

- ¿Quieres que entre? – Andrés parecía seguro.
- No, el próximo día ¿vale? – Teresa le sonrió.
- Claro, descansa.

Se despidieron con un nuevo beso. Andrés se dirigió pletórico de nuevo al ascensor y pulsó el botón para bajar, las puertas se cerraron pero tras apenas descender un par de metros se paró. Las puertas no se abrieron, Andrés volvió a pulsar el botón, lo hizo varias veces, con insistencia, durante un momento el ascensor volvió a descender de forma normal, después dio una sacudida y comenzó a caer. Los pies de Andrés se despegaron del suelo, el vientre le dio un vuelco, después, todo se hizo negro.

Abrió los ojos despacio, todo estaba nublado, no sabía muy bien donde se encontraba, a su lado vio el rostro de un hombre que le parecía familiar.

- ¿Abuelo?
- ¡Andrés, Hijo! Te dije que nos veríamos el sábado.- La voz de Isabel le hizo reconocer el lugar. Había vuelto a la casa de su abuela.

6 comentarios:

Manuel Oscar dijo...

No sé por qué esperaba que Andrés fuera el tío que apretó el botón del "Gran Colisionador de Edredones"...

Marino dijo...

Jajajaja! Gran colisionador de Edredones xDDDDDD


Pero, vuelve a casa de su abuela... vivo o muerto? La abuela estaba muerta?

En ocasiones veo muertos?

Papagayo?

Victor dijo...

jajajaja, esto son comentarios de calidad xD. Manolo y Marino mano a mano.

La abuela realmente es dios, y como tal no puede morir, de ahi que vea muertos.

Andrés vuelve a casa por navidad, pero vuelve muerto xD.

Coñas a parte, espero que os gustara el relato.

Un saludo!

ana ca_sa dijo...

Jo con el tándem abuela-abuelo. ¿Que trabajo les hubiera costado decirle 'ten cuidado con el ascensor' en lugar de con el botón?
Han tenido al muchacho obsesionado con todo tipo de botones los últimos momentos de su vida. Mejor que le hubieran dejado en paz; pero claro, entonces no hubiera existido esta historia. No siempre tiene uno todos los datos deseados a la hora de tomar una decisión...

Elruca dijo...

Victooooorrrr!!! ¿Cómo me haces esto? Sabes que desde pequeña tengo miedo a los fantasmas y a los ascensores... y me los juntas a los dos en una sola historia! ¿Y ahora como pretendes que duerma sin tener pesadillas? :P

De todos modos, coincido con Ana en que ya podía haber sido más concreta la Abuela!!!!

Lo mejor de la historia: Que es cierto que a veces nos obsesionamos con algo que es una tontería, y no conseguimos quitárnoslo de la cabeza...

La conclusión: Que si la chica que hubiera sido una estrecha, él seguiría vivo :P

Elruca dijo...

Vale, este comentario es a mi voto de esta semana:

Si me pones opciones tan evidentes como que "el protector labial está hecho con semen de ballena", no puedo dejar de votarlo, y no podré seleccionar que tenía pensado de que "me gusta tu estilo, chaval".

Además, a colación de esto, justo este sábado me dijeron algo que sigue rondándome por la cabeza (como ya decíamos antes...): El ingrediente que pone en el cacao de labios es "semen de ballena artificial", y me pregunto:
¿Lo que es artificial es el semen o la ballena?