martes, noviembre 03, 2009

Relatos de octubre

Tenemos que seleccionar el mejor relato de octubre, aqui os dejo los ganadores de cada semana para que podais decidir

Si la alfombra hablara...

- No escondas trapos sucios. Tienes que contarle esa aventura a Raúl, es tu marido y merece sinceridad.
-No es fácil, Rosa. Hoy se fue las 6 de la mañana y volverá muy tarde, como siempre. Mira, mejor que por teléfono, subo ahora mismo los dos pisos que nos separan y te lo cuento en persona.
-Eh...¿En dos minutos? Es que yo estaba limpiando un poco...Bueno, si... Hasta ahora.

Alocadamente, Rosa impulsó con la escoba bajo el sofá los resquicios de una madrugada de pasión y atrapó los restos de suciedad bajo la alfombra.

Al sonar el timbre arrojó, nerviosa, el mandil dentro del armario empotrado del pasillo, camuflado por el papel pintado de flores dónde Raúl guardaba sus cosas y, atusándose el pelo, abrió la puerta a su 'amiga'...

Ana

La traición de las trampas

Solía jugar con margaritas a “me quiere no me quiere”, pero le parecía demasiado incierto, así que decidió hacerlo con tréboles. Siempre empezaba por “me quiere” y le salía el resultado deseado. Hasta que un día, distraída, cogió un trébol de cuatro hojas. Fue tras arrancar la segunda hoja cuando se dio cuenta del error. Disgustada e inquieta, algo afligida, durante unos minutos no supo qué hacer. Finalmente cogió otro trébol, se aseguró de que tenía tres hojas y repitió el juego.

Aquella noche se fue a dormir confiada en el último resultado, sin sospechar que aquel trébol de cuatro hojas la visitaría en sueños.


Ed

La muerte de la Imaginación.

-¿A qué sabe este?

- Sabe a bosques y a viento, a frio y a hielo, a cima de montañas.

El niño miró el caramelo y se lo metió en la boca.

- ¡Has mentido! Este caramelo es de menta.

Víctor


Fotos

Tenía la imagen perfecta. Le llamaban pesado porque siempre tardaba siglos en sacar una simple foto. Pero para él se trataba de hacer perdurar aquella belleza natural. Su manera de compartir las maravillas de la naturaleza.

Ya había guardado la cámara cuando un relámpago le recordó que debía correr para unirse al grupo. Las gotas empezaron a empaparle demasiado rápido. No conseguía ver el camino. Gritó el nombre de sus compañeros pero sólo le contestaban los truenos.

Sin saber qué hacer miró la funda de la cámara empapada. El agua a modo de lágrimas intentaban lavar la rabia y la impotencia que sentía. ¡Todo a la mierda! ¿Por qué todo puede verse tan negro en tan sólo unos minutos? Sacó su cámara, empapada. Quizá a través de aquel objetivo las cosas se veían de otra manera.

Elena

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