martes, noviembre 04, 2008

Historia: Un mal Día

Se agazapaba detrás de un arbusto, agarraba fuerte su escopeta mientras sus dos perros le miraban con la lengua fuera. Un chasquido y un movimiento de cabeza fueron suficientes para que los perros salieran disparados hacia la zona de bajas hierbas.

José se giró rápidamente y apuntó, el disparo resonó fuerte, la víctima cayó al suelo pero el hombre más que contento parecía alarmado. No sabía muy bien a lo que había acertado, el terreno no era llano y le había parecido ver que algo se movía al otro lado de una loma, pero no estaba seguro de que se trataba.

Nervioso se colgó la escopeta a la espalda y acudió hacia donde se encontraban los perros, mientras se acercaba iba acordándose de Dios y pidiéndole silenciosamente que no fuera lo que pensaba. Pronto comenzó a ver lo que había abatido, una sensación de ansiedad le invadió, la sangre se le helaba a cada paso.

Se trataba de un hombre, ya mayor, de pelo blanco y rostro arrugado. Era achaparrado y fuerte, los perdigones del disparo le habían dado en la parte lateral del cráneo. Comprobó nervioso si el hombre seguía vivo, pero Dios ese día no parecía estar de su parte.

El hombre no respiraba, durante un segundo José se sentó y se llevó las manos a la cabeza, uno de los perros trató de consolarlo lamiéndole las manos, José lo apartó y se puso de pie, comprobó que no hubiera nadie cerca y comenzó a arrastrarlo hacia su vehículo, tenía que ocultarlo, no podía dejar que le descubrieran, aquello había sido sólo un accidente, pero ¿Y si la policía no le creyera? ¿Y si la familia quería justicia?

Tras arrastrarlo unos metros vio que pesaba demasiado, decidió ir al coche, recordaba que tenía un pico, si se daba prisa podía cavar un hoyo lo suficientemente grande.

En apenas unos minutos llegó a su vehículo, una antigua ranchera. Quitó una lona y vio el pico, algo oxidado pero firme y grande.

Ya casi sin aire siguió corriendo de vuelta, pero al llegar cerca vio algo que volvió a acelerar su corazón, otro hombre observaba el cadáver, no podía ser, aquel individuo aún no le había visto, tenía que actuar, tenía que decidir, casi sin darse cuenta se vio a si mismo volviendo a empuñar la escopeta, el tiro volvió a resonar y el hombre cayó como un peso muerto.

Esta vez se trataba de un chico más joven, no tendría mas de treinta años, los perros se acercaron al cadáver nerviosos. Tiró la escopeta al suelo y sin pensarlo mucho comenzó a picar, la tierra estaba más dura de lo que había imaginado y tardó varios minutos en cavar lo suficiente para semienterrar al hombre viejo, ya volvería para terminar de ocultarlo, se volvió a colgar la escopeta, puso el pico encima del hombre joven y lo agarró de las piernas. Lo consiguió arrastrar hasta la ranchera y lo subió a la parte trasera, extendió la lona para cubrirlo y se subió al coche acompañado por sus perros, dejo la escopeta en el asiento del copiloto y cogió un revolver que guardaba en la guantera.

Arrancó el coche y recorrió un largo camino de tierra hasta llegar a la carretera. No había pasado ni dos kilómetros cuando un coche de la guardia civil le mandó parar, trató de mantener la compostura, ellos no sabían nada, quizá solo le preguntarían por la documentación, seguro que no era nada.

Paró el vehículo y uno de los dos agentes se le acercó, tenía gafas de sol y no lucía sombrero ni gorra.

- Perdone caballero, quizás pueda ayudarnos, hemos recibido una llamada, hará como 20 minutos, de un hombre que estaba en esta zona, en el camino de las tejeras, nos dijo que había encontrado a un hombre muerto, pero no sabemos exactamente donde se encuentra dicho camino y el hombre que nos llamó ya no responde a su teléfono móvil.

- No lo siento, no conozco muy bien la zona.- trató de mentir.

- Es usted cazador ¿Ha estado cazando por la zona?

- Si, pero no he tenido mucha suerte.

El Guardia civil le miró durante unos segundos y después se irguió, ando unos pasos hacia atrás, durante unos instantes José pensó que le dejaría marchar, pero algo volvió a acelerar su corazón.

- Caballero ¿Qué es lo que lleva en la parte trasera de la ranchera?

José, para su propia sorpresa no dudo ni un instante, abrió la puerta rápidamente empuñando el revolver y dio un certero tiro al guardia con el que había hablado, el segundo, que permanecía de pie junto a su vehículo trató de sacar su pistola, pero José descargo sobre el cuatro balas hasta que cayó al suelo.

¿Qué demonios haría ahora? Sin que tuviera tiempo de pensar más vio un coche que se acercaba por la carretera, la mano le temblaba, los nervios estaban acabando con él, de forma casi automática apunto una vez más con su pistola y disparó.

Su cuerpo cayó al suelo quedando atravesado en la carretera, los dos perros aullaron y gimieron, pero no pudieron hacer otra cosa por el que sentarse a su lado.

1 comentario:

ana ca_sa dijo...

Nunca digas de este agua no beberé. El ser humano es imprevisible y más con un arma en la mano.
Me gusta el tratamiento de naturalidad que le imprimes a esos sucesos tan terribles.(En el juego de 'adivina la noticia falsa' vemos que ocurren cosas más inverosímiles...)
Ya sabes, además, lo que pienso del 'deporte' de la caza.