martes, abril 07, 2009

Relatos Hiperbreves: Mosquito

(Anuncio, este es el post Número 300 de Hambre de escritos)

Como siempre, primero explico las reglas para la semana que viene:

Los relatos hiprebreves no han de superar las 150 palabras (pudiendo ser desde 1 a 150).

En esta ocasión tendrán que contener la Palabra Noche (Vamos a ver que imaginación le hecha la gente).

Los relatos tendrán que ser enviados, junto con su título a la dirección victorcana (arroba) hotmail.com.

En el asunto debéis poner "Relato".Os recuerdo que durante la semana que duren las votaciones los autores permanecerán en el anonimato.

También os recuerdo que debéis votar a todos los relatos, si uno no os gusta, pues le ponéis un uno, pero no lo dejéis sin votar.

Encontraréis las votaciones en el lateral.

Relatos MOSQUITO:

Derrota Absurda


Treinta y seis horas sin dormir y no hay nada que hacer. De nada me sirve mi armadura... ni mi espada a dos manos... ni los cuatro guardias que vigilan en la puerta de mi tienda. Tampoco pueden hacer nada los otros 80.000 hombres que hay en el campamento y que a una orden mía se levantarían raudos a socorrerme. Yo, que he destruido cien ciudades y arrasado mil ejércitos... y hoy no puedo vencer a este insignificante mosquito!!

LA VIDA

Llega al jardín la música de Mozart desde el gran caserón con las puertas abiertas.
Tumbados en la fresca hierba, entrelazados después de haberse amado, dormitan perdiéndose el gran espectáculo de la inmensa luna roja reflejada en el lago.

Esto es la felicidad. Aaaaay, qué suspiro... El paisaje, la música, la paz y ¡Qué cabellos tan suaves¡¡Qué calorcito! Vamos a sorber un po-qui-tín más del vivificante líquido. Uhmmm, qué rico ¡Esto es vida!

¡¡¡Zás!!!

-¿Que pasó? pregunta él sobresaltado.
-Nada amor, creo que he matado a un mosquito.

VACIO

Llevaba horas intentando dormir, pero el ruido de aquel mosquito volando no lo dejaba. Se mantenía alerta por si su zumbido se acercaba un poco más. Mosquito, mosquito, mosquito.

Su mente comenzó a vagar, y recordó de aquella primera noche en que ella fue a su casa. En realidad no oyeron ningún mosquito, sólo se oyeron a sí mismos, pero a la mañana siguiente estaban llenos de picaduras. Entre risas cada uno contó las picaduras en el cuerpo desnudo del otro: una, dos, tres...

A aquella noche le sucedieron otras noches, y otros días. Recordó cada una de ellas, aquel tiempo que estuvieron juntos.

Ahora ella ya se había ido, y en la quietud de la noche, lo único que oía, era aquel mosquito.


La vida del artista


Volaba a toda velocidad. Divisó la zona de aterrizaje, el forraje era espeso pero no tendría problemas, no por algo era el primero de su promoción. Se posó sobre la mullida capa de pelo del brazo del fulano y comenzó a hacer su obra de arte. Le gustaba escribir su inicial a base de picotazos.

A aquellas bestias no les gustaba nada, pero ¿Qué sabrían ellas de arte? Al menos no era como esos mosquitos graffiteros que dibujaban penes o cosas peores.

Un zumbido le avisó que no estaba solo. Otro mosquito sobrevolaba temerariamente la oreja del fulano.

- ¡Mi nombre es Iñigo Montoya!¡Tu mataste a mi padre!¡Preparate a morir!

La gran mole de carne se empezó a mover y una sombra cubrió su cielo. Fue en ese momento donde lo comprendio.

Ningun artista sobrevive a su obra

Mal Bicho

"Picóme un mosquito aprovechando la nocturnidad y la paz de la mía habitación. Encendí la luz. Cagóme en la madre que parió al mosquito y juré venganza cruel contra él y contra todo ser viviente parecido. Apagué la luz. Volvióme a picar el mal bicho. Encendí la luz al tiempo que agarraba la alpargata y maldije a su nación (que es también la mía) y retorcíme de rabia al ver que había huído el muy cobarde. Híceme la dormida durante un instante, por ver si el mosquito-con-cerebro-de-mosquito tentaba en sangrarme de nuevo, y al oir el zumbido del insecto atormentador asesté un nuevo golpe contra la pared. El zumbido cesó y encendí la luz para contemplar, con gloria, la escena del crímen. El mosquito agonizante arrastraba su paralítico cuerpo en un último intento por chupar mi sangre, asesté entonces el golpe final mientras gritaba - ¡MUERE CABRÓN!-. Ahora duermo junto a un mosquito fosilizado, que es recuerdo ejemplar de las fatales consecuencias que tiene usurpar mi lecho sin ser llamado."


AUTORES: Ana María Cañamero, ed, Jose Luis Garrido, Laura Gonzalez, Víctor M.R. Cañamero

1 comentario:

ana ca_sa dijo...

¡Qué buenas!¡Qué bien lo he pasado leyendo estas historias! Esta vez mi favorita es 'la vida del artista'