martes, junio 23, 2009

Relatos Hiperbreves: Tormenta

Bueno, antes de nada dar las gracias a toda la gente que esta participando con sus relatos, más de diez personas han compartido en algún momento sus historias en el blog y poco a poco se anima más gente. (Ana, Elena, ed, Maria, Frontovic, Alberto, Nian, Jose Manuel, Alais, carlos...)

Si te apetece participar, no lo dudes, estamos deseando leerte.

Bueno, vamos al grano de nuevo que me disperso. Para participar se necesita lo siguiente:

El ganador de cada semana elegirá una palabra o una imagen (o las dos juntas) para dentro de dos semanas (de esta forma da tiempo para que la busque y me la proponga).

El ganador de la semana pasada fue ED (que me tiene que mandar la imagen o la palabra o ambos)

Por lo demas:


Los relatos hiprebreves no han de superar las 150 palabras (pudiendo ser desde 1 a 150).

En esta ocasión tendrá que ver con la siguiente Imagen - Palabra

RATÓN

Los relatos tendrán que ser enviados, junto con su título a la dirección victorcana (arroba) hotmail.com.

En el asunto debéis poner "Relato".Os recuerdo que durante la semana que duren las votaciones los autores permanecerán en el anonimato.

Encontraréis la votacion en el lateral.

Estos son los 4 relatos de esta semana:

Cosas que no se olvidan.

-¡Que tormenta, qué pánico! Deberíamos explicar a nuestros hijos cómo protegerse de ellas.

-Mientras no sea volviendo a las supersticiones…

-¿Que dices papá?

-Pues que en el pueblo había un temor enorme. Cerrábamos todo y nos reuníamos en un cuarto oscuro con velas encendidas. Rezábamos una oración, tres veces, a santa Bárbara, con los dedos cruzados. Cuando la tormenta se alejaba se envolvían las velas en un paño blanco y hacíamos cruces con agua bendita en ventanas y puertas y colgábamos perejil o laurel en la ventana de la cocina en acción de gracias.

-Qué divertido.

-No. Pasábamos un miedo terrible, contagioso. Pensábamos que se trataba de un enfado de los cielos… Cuentan que el padre pagano de santa Bárbara, por ser cristiana, la torturó y degolló pero al instante cayó un rayo del cielo fulminándole. La ignorancia hijo… (‘Pero yo no puedo evitar acordarme de la santa cuando truena’).


Gotas de Lluvia

Parecían unas vacaciones idílicas en aquel tranquilo pueblecito costero. No había mucho que hacer, salvo dar paseos y comer pescadito recién traido. Perfecto para relajarme, además, siempre había pensado “mens sana in estómago lleno”.

Pero el mal tiempo truncó mis planes. Dejé de pasear y empleé el tiempo en pensar, en lugar de olvidar, y las digestiones se hicieron pesadas.

Llegaba el último día de y harto de estar encerrado salí a dar un paseo por la playa.

Nubes negras y pesadas anunciaban tormenta, pero no se puede temer a la lluvia para siempre.
A mitad de camino comenzó a llover. Me detuve y mientras me calaba alcé la mirada, y la lluvia me empapó la cara. Las gotas corrían por mi cara como las lágrimas que debía pero no podía soltar, y por fin comencé a sentir alivio.

Calado, frío, mis vacaciones acababan, pero me sentía bien.


Pensando bajo la Lluvia


Fátima se encontraba sola bajo la lluvia. Las gotas caían sobre su espalda, sobre su pelo y sobre su alma. Pero no le importaba. Su corazón estaba demasiado seco y necesitaba que lo regaran de vez en cuando.


- Fátima- le llamó Borja desde el soportal, con una sonrisa dibujada en sus ojos- Fátima, ven, vas a quedar empapada- le avisó.

-
No, aquí estoy bien- le contestó- ¡sal conmigo!

- Fátima tenemos que entrar pronto… ¡no querrás volver empapada!

No, Él no lo comprendía.

- No, no voy a volver- le anunció- tu no lo entiendes, porque esta es mi tormenta y no tu tormenta.

- Como quieras, pero no me llames cuando estés resfriada.- dijo dándole la espalda a la chica y echando a andar

Y sin embargo, cuando él ya no miraba, sacó su paraguas y lo extendió sobre sí.
¿ quizás no era esta su tormenta?

Tormentas

"Quiero que pase esta tormenta" piensa en voz alta tumbado en su cama Samuel. La luz del sol entra por la ventana, pero él sólo consigue ver nubes negras alrededor. Agobio. Indecisión. Tantos años estudiando y ahora, con las notas de selectividad en la pantalla de su ordenador, lo único que siente es desesperación. Tanta gente aconsejándole hacer esto o aquello...

Él quiere huir. Lucía le dejó hace un par de semanas porque "había llegado un momento de decisiones y ella quería comenzar la nueva vida de universitaria siendo libre". El único escudo que parecía haberle protegido durante todo el bachillerato se había roto en el momento crucial de la batalla. Y el dolor de una espada atravesando el pecho casi no le deja respirar.

Rompe a llorar. Con rabia. Golpea la cama con el puño. Llora sin pensar en nada y oprimido por todo.

Diez minutos más tarde Samuel está profundamente dormido. Tranquilo. Y es que hay que llorar a veces para descargar las nubes negras de nuestra cabeza.


Autores:

Carlos Barrientos, Elena Ruiz, ed, Ana Mª Cañamero



3 comentarios:

Elruca dijo...

Casi empiezan las vacaciones! me imagino que al igual que yo, algunos de los lectores frecuentes de este blog no tendremos opción de escribir en casi dos meses. Espero que aún así, el resto sigáis manteniendo viva esta sección.

Un abrazo, y feliz verano!

Victor dijo...

No te preocupes elena, seguro que la gente seguirá escribiendo, y si una semana no la hay, pues los habrá otra.

Pasalo muy bien en el viaje.

Se feliz, victor

ana ca_sa dijo...

Que ningún tipo de tormenta te agüe el viaje.
Bueno y si en Kenia encuentras un ordenador lo mismo nos puedes escribir algo algún día. Cuida bien de los niños y enséñales cosas buenas...