martes, junio 30, 2009

Resumen Mensual

Bueno, el relato ganador de mayo fue el de Ignorancia (sobre "Y ahora que" y "Escalofrío"), y la viñeta la de Amigos II (Sobre la de Espermatozoide y Biologo)

Estas son las viñetas candidatas a la mejor del mes de Junio:


Pichar sobre la imagen para ver ampliado. Son las de Lord Sith, Concurso de Televisión, el que se va de vacaciones, el montañero, el alto, y el Politico II.

Respecto a los relatos, estos son los candidatos al mes de Junio

Espejismo

-¿Es éste el espejo?
-Sí.
-¿Y es cierta la leyenda? Este es un espejo que no te engaña.
-Mírate y ve tu pasado.
-Prefiero ver mi futuro. Mañana mismo.
Quitó la sábana que cubría el espejo.
-¿Para protegerlo?
-Si la leyenda es cierta, para proteger a los demás de él.
Se plantó frente al espejo sintiéndose fuerte y seguro: según la leyenda, aquel espejo era una reliquia con poderes clarividentes.
En un principio su reflejo parecía normal, pero poco a poco la luz de la habitación reflejada se atenuó; las flores de colores vivos que adornaban la habitación, aparecían marchitas en el espejo; su rostro se fue descarnando lentamente hasta convertirse en una calavera.
El otro no veía el reflejo del espejo, pero sí la miráda aterrada de su amigo.
-¡Eh! ¿Estás bien?
Se volvió a mirarle, desencajado.
-Ni que hubieras visto la muerte.
(Ed)


Comparaciones odiosas

No dejaba de cepillarse el pelo, comprobó una vez más que ninguna espinilla se interponía entre sus hermosas facciones y el resto del mundo.

Se puso de lado, se subió un poco el pecho y resopló, el negro le sentaba bien, pero la gravedad actuaba las 24 horas del día.

Su padre la llamó desde la puerta. Lucia se pintó rápidamente los labios y salió, en el coche todos estaban serios, el trayecto fue silencioso, con una correosa atmósfera de melancolía.

Al llegar al tanatorio la familia entró en la sala. A través de un cristal descansaba el cuerpo sin vida de la que fue la abuela de Lucía. Estaba arrugada, con un color pálido débilmente disimulado por el maquillaje, parecía haber encogido, lo contrario que su nariz y orejas.

Alguien apoyó la mano en el hombro de Lucía.

Una pena la muerte, te pareces tanto a ella cuando era joven.

Víctor M.R. Cañamero

La vida misma (imagen)
Hacía calor. Acababa de empezar el curso y le costaba horrores concentrarse en aquel odioso libro de historia, y más con la soporífera voz del profesor. Ya no le quedaban rincones que emborronar en aquella hoja. Pasó página. Apareció un dibujo minimalista de una batalla naval. Se disponía a rellenar con boli las velas de los navíos cuando observó los detalles de los soldados, sus caras aterradas, concentradas, cansadas… Le pareció oír el rugir del mar, los gritos de los heridos, el capitán dando órdenes y los cañones… ¡Valiente Rufián! ¡Valiente Rufián!

De repente un fuerte codazo le hizo volver a la calurosa clase de historia: ¡Atiende Damián! Le repetía una y otra vez el profesor. Y el murmullo del mar pasó a ser el de sus compañeros susurrando, los gritos de los de preescolar pasando por el patio… Ahora estaba en otra guerra, pero le rodeaban las mismas caras: cansadas, concentradas, aterradas…

Elena Ruiz

Saber Mirar (Gafas)

-¿Cómo sabe cuándo nos portamos mal sin vernos?

Don Venancio dejó de escribir en la pizarra y se giró risueño.

-Por estas gafas, son mágicas. Con ellas puedo saber si sois buenos o malos- dijo a la vez que se las

quitaba, las mostraba y las dejaba sobre la mesa.

-Pero hay que saber mirar,- continuó- para ver la realidad y no lo que uno quiere ver. Eso es más importante que las gafas.

Llamaron a la puerta y Don Venancio salió.

Martín aprovechó para levantarse y acercarse furtivamente a la mesa donde seguían las gafas. Se las puso y miró a sus compañeros. Los vió convertidos en diablillos. Asustado, dejó las gafas sobre la mesa y volvió a su sitio. Poco después Don Venancio entró, fue a su sitio y se puso las gafas. Vió una clase de angelitos en la que... ¡había un diablillo!

-Martín, ¿qué has hecho?

Ed


Pensando bajo la Lluvia

Fátima se encontraba sola bajo la lluvia. Las gotas caían sobre su espalda, sobre su pelo y sobre su alma. Pero no le importaba. Su corazón estaba demasiado seco y necesitaba que lo regaran de vez en cuando.


- Fátima- le llamó Borja desde el soportal, con una sonrisa dibujada en sus ojos- Fátima, ven, vas a quedar empapada- le avisó.

- No, aquí estoy bien- le contestó- ¡sal conmigo!

- Fátima tenemos que entrar pronto… ¡no querrás volver empapada!


No, Él no lo comprendía.

- No, no voy a volver- le anunció- tu no lo entiendes, porque esta es mi tormenta y no tu tormenta.

- Como quieras, pero no me llames cuando estés resfriada.- dijo dándole la espalda a la chica y echando a andar


Y sin embargo, cuando él ya no miraba, sacó su paraguas y lo extendió sobre sí.¿ quizás no era esta su tormenta?

Carlos Barrientos

Tormentas

"Quiero que pase esta tormenta" piensa en voz alta tumbado en su cama Samuel. La luz del sol entra por la ventana, pero él sólo consigue ver nubes negras alrededor. Agobio. Indecisión. Tantos años estudiando y ahora, con las notas de selectividad en la pantalla de su ordenador, lo único que siente es desesperación. Tanta gente aconsejándole hacer esto o aquello...

Él quiere huir. Lucía le dejó hace un par de semanas porque "había llegado un momento de decisiones y ella quería comenzar la nueva vida de universitaria siendo libre". El único escudo que parecía haberle protegido durante todo el bachillerato se había roto en el momento crucial de la batalla. Y el dolor de una espada atravesando el pecho casi no le deja respirar.

Rompe a llorar. Con rabia. Golpea la cama con el puño. Llora sin pensar en nada y oprimido por todo.

Diez minutos más tarde Samuel está profundamente dormido. Tranquilo. Y es que hay que llorar a veces para descargar las nubes negras de nuestra cabeza.

Elena Ruiz


1 comentario:

ana ca_sa dijo...

me gustan las viñetas. A ver cual elijo. Está claro que a mi me cuesta votar.