martes, diciembre 16, 2008

Historia: El Ojo


(Un relato en menos de mil palabras)

Las mañanas nunca eran buenas y menos con aquel gran ojo mirándole desde encima la cama. Hacia ya unos años que cuando abrió los párpados, después de una siesta, lo vio con aquella expresión de reproche. Realmente el gran ojo no tenía ninguna expresión, pues no tenía parpados y cejas que se las dieran, pero era capaz de transmitirle aquellas sensaciones de culpabilidad.

Se había intentado deshacer de él cientos de veces, pero era incapaz. La aparición de aquel ojo era un signo inequívoco de que había llegado a la edad adulta, pues todos tenían uno que los acompañaban allí donde fueran, da igual que fuera al baño, a tener sexo, a pedir un bocadillo de panceta… El ojo siempre estaba allí, dispuesto a expresarles todo su odioso y mezquino reproche.

Al principio corría por su casa de un lado a otro tratando de esquivarlo, después, lo encerraba en una habitación pero al darse la vuelta volvía a estar allí. Cuando pensaba que lo había conseguido esquivar, se escabullía para picar algo de la nevera, pero entonces… ¡Plás! Allí aparecía el gran y malévolo ojo.

Había otras personas, sobre todo las más mayores, que se habían acostumbrado bastante bien a su ojo. Otros se encontraban en la misma situación que ella, tratando de correr por la calle, disfrazarse, esconderse, pero todo era inútil.

No había forma de comerse algo escondidas, remolonear en la cama por las mañanas o quedarse más tiempo de lo debido bajo la ducha sin que, aquel ojo, te torturara con sus objeciones silenciosas. Pero lo peor de todo era con los chicos; si miraba a alguno que le gustase, el ojo se ponía por medio, con lo que jamás se atrevía a acercarse a alguno sin que él chico lo hiciera antes. Si se mostraba demasiado efusiva con alguno o se insinuaba demasiado, el ojo volvía mostrarse enfadado.

Decidió vestirse y salir a dar un paseo. Al irse a poner los vaqueros ceñidos el ojo le miró mal. Era cierto que no tenía una talla 36, pero tampoco estaba tan gorda ¿o si? Decidió quitárselos y ponerse algo más holgado. Cogió una manzana y salió a la calle. Paseó durante una hora hasta llegar a las afueras de la ciudad, a un parque que se extendía sobre una gran colina.

A ella le gustaba ir a la zona más alta, nadie solía ir allí. Podía estar tranquila y pensar todo el tiempo que quisiera. Allí a veces podía hasta olvidarse de que tenía al gran ojo detrás, acechando…

Al llegar a la parte superior se sentó en un banco de granito, algo deteriorado por el tiempo, y comenzó a observar como la ciudad iba despertando. No tardó mucho en fijar la mirada en un hombre que subía la colina, llevaba una especie de trineo con ruedas a su espalda, pero nada de aquello le llamaba tanto la atención como lo que no tenía ¡No le seguía ningún Ojo! Al principio pensó que estaría tras algún árbol o arbusto, pero cuando el hombre estuvo arriba, a menos de 20 metros de ella, no le cupo ninguna duda.

- ¡Pero si no tienes ojo!

- Claro que tengo.- Paró un segundo para contar- Dos en la cara y uno en el cul...

- No me refiero a esos, digo uno como este.- Dijo ella señalando a su enorme y blanquecino ojo.

- ¿Cuál? Yo sólo te veo a ti chiquilla, para mi que no estas bien.

El hombre puso el trineo en el suelo y comprobó que las ruedas girasen bien, después se ajustó el casco. Justo cuando estaba a punto de subir a él para bajar por la cuesta ella le paró.

- ¿Y me dices a mí que no estoy bien? ¡Si te tiras te vas a matar!

- Que va, llevo casco ¿No lo ves?

- Pero aún así te harás daño.

- Bueno, de algo ahí que morirse, estoy seguro que bajar será divertido.

- Pero no puedes hacerlo.

- ¿Por qué no?

- Porque… ¡No esta bien!

- ¿Y quien lo dice? ¿Tu ojo invisible?

- ¡No es invisible! ¿Es que además de loco estas ciego?

- Si estuviera ciego no te vería a ti, y decir “No esta bien” no me parece un argumento de mucho peso.

El hombre terminó de montarse en trineo y dejó que el vehículo se deslizase cuesta abajo. Al principio, ella trató de seguirlo para sujetarlo, pero el trineo cada vez iba cogiendo más velocidad.

El hombre comenzó a gritar, pero no de miedo, sino de diversión. El trineo rebotó, giró, saltó, pero el hombre no cayó. Al final, fue frenando en el llano. Una vez parado, el hombre se levantó y comenzó a gritar de alegría, volvió a coger el trineo y a subir la cuesta.

Ella no se podía creer lo que veía, pero lo peor de todo ¡Es que ella ahora también quería hacerlo! Pero sin duda era una locura, no era posible. Cuando el hombre estuvo arriba se fijo en los ojos de ella.

- ¿Qué? ¿Quieres intentarlo tú? ¡Es muy fácil!

Durante un segundo tuvo ganas de decir que si, pero enseguida el Ojo se interpuso, mirándola como lo haría una madre inconforme.

- No, es una locura… Además el ojo…

- A quién vas a hacerle más caso ¿A ese ojo fantasma o a eso que llevas ahí dentro?- Dijo señalandola el corazón.

Era una locura, lo sabía, el ojo no dejaba de recordárselo, pero sin dejar tiempo a la reflexión cogió el trineo y se subió a el.

- ¡Espera! ¡Se te olvida el casco!

Pero ella ya no oía nada, el trineo se deslizaba a gran velocidad y su corazón latía más rápido de lo que nunca lo había hecho. Antes de que se quisiera dar cuenta llegó abajo, y al ponerse de pie y dar la vuelta excitada se dio cuenta, por primera vez en mucho tiempo, que el ojo no había sido lo suficientemente rápido para seguirla.

Víctor Manuel Ruiz Cañamero

Obra registrada con Creative Commons.

Permitida su difusión no comercial siempre que se cite al Autor.

6 comentarios:

ana ca_sa dijo...

Una invitación a salir, a encontarse, a comunicarse, a liberarse de ataduras, a experimentar y a querese a uno mismo y al mundo... un canto a la libertad.
Yo creo que es la historia que mas me ha gustado hasta ahora, Víctor.

Anónimo dijo...

jajajaja ... esta historia, cuando te la lleven al cine, Víctor, seguro que acaba en un buen polvo cinematográfico xDDDDD ...

Anónimo dijo...

Ey, a mi también me ha gustado mucho.

La verdad es que los momentos en los que consigues librarte del ojo no tienen precio. Maldito ser humano xD.

Victor dijo...

Pablo! Cuanto tiempo sin verte por aqui :). Que te guste la historia dice ya mucho de por si ¡Gracias!

Ana, también me alegro que te gustase a ti, para mi no es la mejor que he escrito, pero gracias :)

Sergio, gracias por leer la historia :)

Un abrazo a todos

Víctor

Anónimo dijo...

Victor, siento comunicarte que no he podido leerme tus ultimas 3 historias, por que no encuentro tiempo por eso mis pocos comentarios, solo en las viñetas que me quitan 5 minutos y me sacan muchas risas, jeje
Seguro que siguen siendo increibles las historias, cuidate
AH y Feliz Navidad, Falsedad o lo que quieras

Victor dijo...

gracias punky, no te preocupes de verdad, lo que no te perdonaria es verte antes de que termine el año

Un Abrazo carlitos