martes, diciembre 30, 2008

La Historia: Crisis

- Nos van a echar
- ¿Pero que dices?

Pedro mordisqueaba su lápiz de una manera paranoica, entornando los ojos y hablando en susurros. Tenía unas ojeras galopantes, y el poco pelo que aún conservaba en la cabeza parecía caerse por momentos.

- Que si, te lo digo yo, que me lo ha dicho Puri, la de Administración, que es amiga de Pepa, la compañera de gimnasio de Lourdes, la de Recursos Humanos.
- ¿Pero como nos van a echar? Tú estas loco.
- Que si, que es la crisis, nos van a echar.

Las conjeturas de Pedro no parecían muy acertadas, la empresa de venta y distribución de cuerdas en las que trabajaban había aumentado sus ventas precisamente con la crisis, a la par que también subían el número de suicidios, por mucha crisis que hubiera ¿Cómo iban a despedirlos?

- No se yo que decirte ¿No tienes ninguna información más fiable?
- Mira, haremos una cosa.- Los ojos de Pedro se entornaron todavía más y se encogió como un viejo, acercándose a Álvaro.- En la cena de empresa emborracharemos al jefe.
- Eso ya lo hace el solo todos los años, la última vez acabo en calzoncillos abrazado a la Cibeles.
- Ya, pero además le echaremos un poquito de esto.

Pedro sacó un botecito de cristal, dentro, descansaban un gran número de pastillas rosas. Se las enseñó a Álvaro con cara de vicioso.

- Eso si, necesitaremos ayuda de todos los de la oficina.

Álvaro accedió encantado a ayudar a Pedro, no tanto porque creyera lo que decía, sino para echarse unas risas. No les costó mucho convencer a los otros dos miembros del grupo de marketing.

El día de la cena fueron todos preparados, Pedro le repartió antes una pastilla a cada uno para que se la intentasen colar al jefe.

La mesa de la cena no era grande, pues el jefe comía sólo con los cuatros empleados de marketing, su esposa y tres administrativas. En cuanto que pusieron el vino en la mesa Eduardo, uno de los maquinadores, agarró la copa del jefe y le sirvió una copa, soltando con disimulo la pastilla en polvo.

- Lo siento Eduardo, el vino no me sienta muy bien, creo que esta noche beberé sidra, no obstante a mi mujer le encanta el tinto.

El jefe cogió la copa y se la dio a su mujer, que no le hizo ascos y se la comenzó a beber casi de golpe.

Cuando sirvieron el primer plato Pedro pudo observar como el Camarero le guiñaba el ojo a Álvaro, mientras este levantaba el dedo gordo en señal de aprobación. Al parecer, Álvaro conocía a dicho camarero desde la tierna infancia, y no fue muy difícil convencerlo para que metiera su pastilla mezclada en el interior de un gran Cangrejo.

- Vaya, marisco, el medico me lo acaba de prohibir ¿A alguien le gustan estos bichos?

Una de las administrativas levanto la mano sin vergüenza y se agencio el crustáceo con deseo.
Aquello comenzaba a ponerse feo, Pedro miro a Manuel, su otro compañero, ahora sólo quedaba ellos dos, la cena fue transcurriendo con tranquilidad, salvo por las quejas de la mujer del jefe a todos los platos y todo lo que hacía su marido, sobre todo cuando el le preguntaba que le había parecido algo.

- Discúlpenla, creo que ha bebido demasiado.- Les decía el jefe.

Por otro lado la chica del cangrejo había comenzado a decir lo que le parecían todos los hombres de la oficina, y por desgracia ellos no salían muy bien parados.

- Será zorra.- Decía Álvaro indignado.- Si no fuera por que pesa más que yo, puede que hasta me sintiera ofendido.

Nada más terminar el último plato, Manuel jugó su baza.

- Jefe ¿Quiere un gominola de fresa? Creo que son sus favoritas.

Al abrir la caja para ofrecérsela, Manuel comenzó a sudar. Se dio cuenta de que había mezclado la gominola “envenenada” con el resto. Eran sólo tres, pero ahora tenía un 66% de posibilidades de fallar.
El jefe cogió una con gusto, pero antes de metérsela en la boca miró a Manuel

- ¿Ofreces pero no comes? No será algún tipo de broma…
- ¡No, no!- Dijo Manuel al tiempo que cogía una de las gominolas y la engullía.

Mientras Manuel Paladeaba la gominola se dio cuenta de que había fallado, se había “envenenado” a si mismo.

Ahora sólo quedaba Pedro, todo dependía de él, fue a sacar la pastilla del bolsillo y… ¿Y la pastilla? ¡No estaba en el bolsillo! Pedro se levantó y comenzó a buscarla como loco hasta que su jefe le preguntó.

- ¿Pero que demonios estas haciendo?
- Buscando una pastilla.- Dijo Manuel sin poder evitar decir la verdad.
- ¿Una pastilla para qué?

Álvaro y Eduardo se apresuraron a pisar a Manuel para que evitara contestar.

- Para la tos.- Si invento Pedro mientras Manuel se ponía rojo del dolor.
- Bueno, siéntese, tengo que deciros algo importante.

Aquel era el momento, ese era el final ¡Los iba a despedir a todos! ¡El Apocalipsis había llegado! La hipoteca, los hijos la suegra… ¿Quién los aguantaría?

- He de deciros que Ladrinsa S.A ha adquirido la empresa, en principio no habrá cambios, pero debéis de iros haciendo a la idea.
- Menos mal ¿Eh Pedro? Y tú pensando que nos iban a despedir.- Dijo Manuel al tiempo que Pedro se ponía rojo.


Víctor Manuel Ruiz Cañamero

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