martes, octubre 14, 2008

La Historia: El Parque


La capa hondeaba al viento de la tarde sostenida al cuello de Pablo por un pequeño broche de plástico dorado. La tela era roja, ligera y nueva, era de poca calidad y se deshilachaba en sus extremos. Se había fabricado el antifaz con una cartulina negra y un hilo de goma elástica.

Se encontraba escondido en su guarida secreta, un arbusto de baja altura junto a un alto pinto. El parque era grande, lleno de caminos de tierra que lo atravesaban y con un manto verde de cuidado césped que se extendía por casi todas partes gracias al riego automático que saltaba a última hora de la tarde.

Observaba a un grupo de niños de su edad que jugaban en unos columpios, unos de esos nuevos sin esquinas peligrosas y hechos de madera, como la modernidad obligaba.
Aquellos matones no tardarían mucho en llegar, los llevaba observando durante toda la semana, llegaban y echaban a los otros niños de los columpios, ya iba siendo hora de que un auténtico héroe les plantara cara.

Un zumo de naranja le amenizaba la espera, finalmente les vio aparecer, eran dos, uno era el Bola, un chico gordo y corpulento, con la cara llena de pecas, con una papada prominente y más alto de lo que le correspondería por edad. El otro, Tj, era delgado y de estatura normal, de pelo castaño y revuelto, con la nariz afilada y con una mirada perversa.

Los que ya conocían a la pareja de antemano se apresuraron a apartarse de su camino, pero una inocente niña que no se había percatado de la llegada de aquellos dos terroríficos niños de ocho años no lo hizo. El niño gordo la empujó y la niña calló al suelo de boca, comenzando a llorar. Aquel era su momento, salió como un rayo entre los arbustos y llamó su atención.

- ¡Hey! ¡Vosotros! Dejadla en paz.

Los dos matones se giraron, les bastó una sola mirada para empezar a partirse de risa.

- Mira, si tenemos aquí a súper nena.- Decía Tj mientras una lágrima de tanto reírse le recorría la mejilla.
- ¿Qué vas a hacer si nos negamos? ¿Pegarnos?- Dijo el Bola.
- Si, os daré vuestro merecido.

Los niños se miraron y volvieron a reír antes de ir hacia Pablo, el se preparó para recibirlos, Tj lanzó el primer golpe, el trató de evitarlo con su súper velocidad, pero esta no resultaba ser realmente tan rápida como pensaba y el empujón le tiró al suelo, una vez allí se encogió, resignado a llevarse todos los golpes que sus malvados enemigos quisieran propinarle.

Este desgraciado incidente no sirvió para amedrentar al valiente Pablo. Tuvo que hacerse un nuevo antifaz, y la capa ya no estaba tan reluciente, pero una vez más se escondió detrás del arbusto, esta vez se armó con un palo ¿A caso Batman no usaba instrumentos para combatir al mal?

Una vez más, el Bola y Tj aparecieron en el parque, se dirigieron directamente hacia un chico que jugaba con una pelota y se la quitaron.

- ¡Devolvedle la pelota!- Dijo Pablo apareciendo de nuevo tras el Arbusto.

Esgrimió el palo con valor, pero no contó con que sus archienemigos también podían usar palos. En esta ocasión tuvo que hacer uso de su súper rapidez para no ser cazado por los dos matones. Esto de jugar a los superhéroes no era tan divertido como en un principio había pensado.

Al día siguiente acudió al parque sin capa ni antifaz, llegó un poco antes que de costumbre, fue niño por niño diciéndoles algo al oído. En esta ocasión cuando el Bola y Tj llegaron no encontraron a nadie, los columpios estaban vacíos.

Al principio se acercaron recelosos al tobogán, luego fueron a ver detrás del arbusto en el que Pablo se había escondido los dos días antes, pero efectivamente allí no había nadie. Jugar en los columpios solos no les hacía demasiada gracia así que empezaron a recorrer el parque. Finalmente descubrieron lo que había pasado; en los campos de fútbol, Pablo y el resto de niños y niñas estaban jugando a la pelota, rodeados de padres y adolescentes. El niño que deseaba ser superhéroe ahora prefería ser futbolista.

Cuando Pablo los vio les saludo con la mano, durante un segundo los matones recelaron, pero finalmente se acercaron, en el “mundo exterior” los matones parecían más niños y menos duros.

- ¿Podemos jugar?- Dijo Tj.
- Claro, tú vas conmigo y el Bola con ellos.
- Vale, pero el Bola que se ponga de portero.- Se apresuró a decir una niña.

El Bola trató de protestar, pero su amigo Tj ya se había separado de él y perseguía el balón, no tendría más remedio que hacer de portero.

Victor M R Cañamero

(Obra registrada con Safe Creative -Creative Commons)

5 comentarios:

Manuel Oscar dijo...

Lamento decirte que no me ha gustado el final de la historia. Empieza muy bien incluso lo de que "el bola" acabe jugando de portero puede pasar, pero es que después de terminar la historia miro la encuesta y leer "croceta" en vez de "croqueta"... Hoy tendré que votar otra opción menos cachonda.

Fins a l'infinit dijo...

Lo mismo me ha pasado a mi xD sino iba la croqueta de cabeza jejeje

Victor dijo...

Me daré 50 latigazos por no haber puesto bien la palabra croqueta xD

La próxima vez leeré atentamente lo que he puesto, no sea que se me vuelva a ir el dedo a donde no es.

Anónimo dijo...

ah jajajajaja bis con lo de la croceta!

ana ca_sa dijo...

Una lección de pacifismo.
La manera de enfrentarse a un hecho injusto es la unión de los que lo padecen para ser más fuertes a la hora solventarlo.
El protagonista se convence de que eso de enfrentarse solo a los 'matones' sólo da resultado siendo un héroe de ficción, que no es el caso.
Cuando parece que los chavales se unirán para responder con violencia a la violencia que se les infringe, se nos propone un final sorprendente, educador y muy inteligente.
A mi me ha gustado mucho.