viernes, febrero 13, 2009

El Dolor de Muelas: Los nuevos dentífricos


Un periodista italiano, Ettore Livini, publicó este artículo el pasado 31 de enero en el periódico Repubblica (más o menos el equivalente de El País).

Nada de tanques, ni aviones, soldados o cañones. El neocolonialismo del tercer milenio (copyright de la Fao) se lanza a la conquista de nuevas tierras que explotar a bordo de cómodos tractores. Esparcir sangre para anexionarse un pedazo de África, Asia o Sudamérica ya no sirve. Hoy, para izar la bandera en un territorio, hay un método mucho más sencillo: comprárselo. El Tercer mundo, arrodillado ante los aranceles agrícolas y ante los caprichos de los precios de las materias primas, se ha puesto en venta. Y los países más ricos (aunque no sólo ellos), a sabiendas de que en unos años la tierra y el agua serán recursos más preciados que el petróleo, se ponen en fila para acaparar las naciones en rebajas.


Una mega-granja, grande como todo Dubai. Vendedor: Gabriel Matip, hijo de Paulino, el señor de la guerra que desde hace años “gobierna” a punta de pistola estas zonas. Madagascar ha “alquilado” a la empresa surcoreana Daewoo durante 99 años una superficie de 1,3 millones de hectáreas (mayor que Bélgica y correspondiente a la mitad del terreno arable del país). En ellas los tractores surcoreanos cultivarán maiz y aceite de palma para consumo interno de Seúl. “El acuerdo es aparentemente comercial – comenta Carl Atkins de Bidwell Agribusiness, consultora que se ocupa de este tipo de transacciones. En realidad está subvencionada por el gobierno de Corea del Sur en nombre de los intereses estratégicos nacionales de seguridad alimenticia.


“Nos hallamos frente a un fenómeno que no podemos no llamar neocolonialismo”, ha dicho el número uno de la Fao Jacques Diouf, y ha lanzado la alarma sobre el 70% de los ciudadanos de Madagascar que viven por debajo del umbral de la pobreza. Sin embargo, parar el viento con los dedos es imposible. China, país en el que el agua (escasísima) cuesta ya como el oro, ha tomado la iniciativa desde 2007, cuando compró a base de yuanes cientos de miles de hectáreas en Filipinas, en Sudán y en Kazajstán. Libia ha intercambiado unos pocos barriles de su crudo para adjudicarse los derechos sobre una porción de Ucrania. Quince inversores saudíes han ofrecido 4.000 millones de dólares para el desarrollo de 500 mil hectáreas en Indonesia. Su objetivo: plantar arroz basmati para reexportarlo hacia Arabia.


El problema de la Fao y de las ong's – alarmadas por las dramáticas consecuencias sobre los millones de personas que hoy sobreviven cultivando estas tierras – es que las víctimas del neocapitalismo, hambrientas de capitales e inversiones, son las primeras que se abalanzan bajo la guillotina. Camboya, tras ver los golosos acuerdos de Indonesia, ha puesto a la venta pedazos enormes del país. “Queremos sacar 3.000 millones – ha dicho orgulloso Suos Yara, subsecretario de cooperación económica de Phnom Penh – tenemos negociaciones avanzadas con Kuwait y Qatar” (que de las arenas de sus desiertos sólo pueden obtener petroleo). La misma cantinela en Etiopía. “La subasta por nuestros campos está abierta, nos sirven tecnologías y dinero”, ha anunciado el primer ministro de Addis Abeba Meles Zenawi.


El empuje de esta moda, que está redibujando el map
amundi sin disparar una bala, se debe a la burbuja especulativa de los precios de materias primas alimenticias de 2008
. El problema, según los sociólogos, es sencillo: la población del mundo crece a un ritmo vertiginoso mientras las superficies cultivables son más o menos siempre las mismas. En 1960 cada ser humano tenía a su disposición 4.300 m2 de planeta para su sustento. Hoy se ha bajado a 2.200 y en el 2030 nuestro “espacio vital” será de apenas 1.800 m2. Como para depender del petróleo: “Alargar las tierras a disposición de los propios ciudadanos se está convirtiendo cada vez más en una prioridad estratégica para los gobiernos que saben mirar al futuro”, dice Atkins. Aquellos que no son capaces (o no pueden permitirselo) venden.


El problema es claro (y antiguo): los países más potentes y ricos se llenarán en el futuro la panza a costa de los más pobres. A cambio ofrecerán poco más de un plato de lentejas. Pero, ¿qué se puede hacer para encauzar este fenómeno? La Fao, empeñada con 1.000 millones de personas que padecen hambre (un número que aumenta en vez de disminuir), ha propuesto que se avíe un plan de ayuda de emergencia a la agricultura de las naciones más retrasadas para no obligarlas a colgar el cartel de “Se vende” sobre las propias tierras. Lástima que en plena crisis financiera los grandes del G-8 no encuentren dinero ni siquiera para remediar la vorágine abierta por culpa de su “finanza creativa”.



El camino es, pues, estrecho y todos quieren entrar en esta horquilla, desde los gobiernos a los bucaneros de las finanzas como Heilberg. “¿Agricultura? Yo no sé nada – ha admitido el número uno de la Jarch, ex directivo de la arruinada compañía de seguros AIG, tras la compra en Sudán – solo sé que esta tierra es fértil en una zona inestable. Y cuando la situación sea tranquila con la demanda de activos como estos que hay por el mundo, nosotros haremos buenos negocios”.


Ningún remordimiento por haber negociado con un señor de la guerra. “Sé que Paulino ha matado a mucha gente – confesó al Financial Times – pero lo ha hecho por defender a su pueblo.


Pecunia non olet, el dinero no huele. “Yo tengo el mapamundi ante mis ojos todos los días, para buscar tierras de ocasión – concluye Heilberg – y ya estoy mirando hacia Darfour”. El neocolonialismo, un arte refinado, logra incluso que sus guerras las combatan los ejércitos de otros.


4 comentarios:

Zo dijo...

Sé que te lo he mandado yo, pero como no es mio, puedo tener críticas.
La más notable es la del neomalthusianismo... Ya en su momento malthus dijo que la población crecía en progresión geométrica y los alimentos en progresión aritmética, y como se ha demostrado, se equivocó.
Esto quiere decir que seguramente todo este tinglao reviente por alguna parte (aunque me temo que los países pobres llevan las de perder, para variar...)

ana ca_sa dijo...

¡Dios mio, será lo mismo de siempre!
Sólo quedará soñar. El viento no se puede parar con los dedos, pero millones de desheredados si pueden formar entre ellos una montaña que lo detenga.

Marino dijo...

Que fuerte, alquilando practicmente paises enteros...

Lo próximo será vender a sus madres

Victor dijo...

Este artículo me parece genial, de esos que te hacen pensar.